El tema de la meditación ha sido muy
polémico en las últimas décadas, y a la vez muy difundido. En la antigua India
esta polémica no existía, ya que los
yoguis entendían a la meditación de una sola manera: “concentración sostenida
en un ‘punto’ u ‘objeto’ hasta alcanzar la unión con dicho ‘objeto’. Es decir
que para los antiguos y legendarios yoguis, meditar era “fijar la mente”
concentradamente, abstrayendo los sentidos físicos de toda distracción, hasta
que la mente entrase en un estado especial que en idioma sánscrito ha sido
llamado “samadhi”. El mismo es un estado de unidad, fusión, entre el meditador
y el objeto sobre el cual se medita. (En cristianismo a ese estado se le llama “contemplación”).
El objeto de meditación puede ser
cualquiera, pero el más elevado a elección de los yoguis era “Dios”, como cada
cual lo concibiese, la “Totalidad de la Vida”. Este era el “objeto” elegido. Es
decir que al meditar en el “punto”, el yogui, con la práctica, buscaba fundirse
en la Deidad, en el Todo.
Con el advenimiento al mundo de Siddhartha Gautama, quien alcanzó el
estado de “BUDA”, que significa “iluminación”, 600 años antes de la era
cristiana, el concepto tradicional de meditación fue modificado radicalmente.
Buda, en ese sentido produjo una revolución. Meditar ya no sería “concentración
sostenida” hasta alcanzar la fusión con el objeto de meditación. A partir de Buda, meditar sería “estar
consciente”. Este “estar consciente” podía practicarse con una simple
técnica que es “prestar atención consciente a la respiración”. Además de esta
técnica (la cual ni siquiera puede decirse que sea una técnica, porque respirar
es algo totalmente natural), se agregó el “observar los pensamientos”, para
cada vez que aparecen, dejarlos pasar, como si fuesen ‘aves’ que surcan el límpido
‘cielo’ de la mente. El desapego de los “objetos” (pensamientos) es parte del
Budismo. La comprensión sobre la que se basa esta clase de meditación es que el
hombre no necesita “concentrarse” esforzadamente para alcanzar la unión con
Dios, el Todo, o como se le llame, porque el hombre ya es parte del TODO, solo que no lo percibe debido a su estado
mental turbulento (kama-manas; mente unida al deseo).
El ser humano se siente separado,
pero no está separado. El sentimiento de separatividad proviene de la mente del
hombre, apegada a las sensaciones de sus sentidos físicos sobre los objetos materiales,
lo cual da idea de limitación, y esa idea condicionada por los sentidos y el
sistema nervioso queda fijada fuertemente en la mente humana. A esto los yoguis
llamaron “maya” (sánscrito).
La mente así condicionada no es
libre.
La
meditación, a partir de BUDA, trataría sobre la manera de liberar a la mente de
los condicionamientos que la aprisionan, para que así pueda ver por sí misma su
verdadero estado de Libertad, plenitud y Totalidad.
Con Buda, la meditación ya no es
empleo forzado de la mente (concentración), sino “observación” tranquila de los
mecanismos de la mente, y desidentificación y desapego del estado mental de “pensamientos”.
Buda fue revolucionario porque
cambió la óptica de la meditación yógica que durante miles de años se efectuó
en oriente. Pero este no fue el último paso, o “la solución” al tema de la
meditación; porque el hombre tomó las enseñanzas del BUDA y las transformó en
doctrina y dogma, naciendo así el “BUDISMO”. Con esto, el hombre destruyó el
verdadero espíritu libre de las enseñanzas del Buda.
Basta con observar y considerar que Siddhartha
no pertenecía a ninguna religión o filosofía en particular en su búsqueda, ya
que fue más allá de los convencionalismos religiosos de su época; estaba más
allá de todo dogma o doctrina. Hoy los “budistas” pretenden alcanzar la
iluminación ciñéndose a modelos y normas que fueron interpretaciones y
creaciones de discípulos de un “iluminado histórico”, y lo que no comprenden es
que ese no es el camino…
La
mente debe partir de “cero” para meditar, sin “ismos”, ni dogmas, ni reglas, ni
modelos. El tremendo peso del pasado, con todo su peso de modelos, formas y
estipulaciones, debe desaparecer por completo. La mente debe ser libre desde el
principio. Consideramos que así lo entendió Buda, pero los que lo admiraron y
veneraron convirtieron ‘su iluminación’ en dogma, regla, doctrina; y aunque
haya quienes quieran negarlo, así es…
Por lo tanto, Buda fue un hombre
revolucionario por su autenticidad y originalidad. Pensó por sí mismo, y para
poder hacerlo fue libre desde el inicio de su búsqueda de los condicionamientos
sociales, nacionales y religiosos. Observó la naturaleza del VACÍO como la
esencia primordial de todo lo que existe, y obtuvo el estado interior de
liberación de la confusión y la ignorancia, que es lo que produce sufrimiento
en el mundo. Su sendero en sí mismo es luz para la humanidad; pero señaló a
los hombres a que transiten su propio camino, nunca dijo que lo sigan a él… Pero quienes lo desoyeron crearon el “Budismo”
y se convirtieron en “budistas”, opacando así la esencia de la verdadera luz de
Buda, que está más allá de todas esas creaciones humanas.
Debido a que el hombre tiene la
virtud de oscurecer con sus ‘bien intencionadas’ acciones de ignorancia “las
luces” que se encienden…, han tenido que llegar después de Buda otros Instructores,
que señalaron y reavivaron lo que es la MEDITACIÓN. Un ejemplo de esto fue
Krishnamurti, quien expresó el concepto de que MEDITACIÓN es salirse de todos los moldes, de todas las reglas, de
todos los ideales y creencias. Meditación es LIBERTAD; y esta Libertad no es
algo que aparece al final del camino de meditación, sino que debe estar desde
el inicio, desde el comienzo de este camino; de otra manera, la MEDITACIÓN no existe.
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